Tuesday, January 31, 2012

Śrī Īśopaniṣad (ईशावास्य उपनिषद्) Mantra XIV

Mantra XIV 
sambhūtiḿ ca vināśaḿ ca
yas tad vedobhayaḿ saha
vināśena mṛtyuḿ tīrtvā
sambhūtyāmṛtam aśnute

sambhūtim—la eterna Personalidad de Dios, Su nombre, forma, pasatiempos, cualidades y pertenencias, que son trascendentales, la diversidad que hay en Su morada, etc.; ca—y; vināśam—la manifestación material temporal de semidioses, hombres, animales, etc., junto con sus falsos nombres, fama etc.; ca—también; yah—aquel que; tat—eso; veda—conoce; ubhayam—ambos; saha—junto con; vināśena—con todo lo que está sujeto a la aniquilación; mṛtyum—muerte; tīrtvā—superando; sambhūtyā —en el eterno reino de Dios; amṛtam— inmortalidad; aśnute—disfruta.


"Uno debe conocer perfectamente a la Personalidad de Dios y Su nombre trascendental, y también la creación material temporal con sus semidioses, hombres y animales temporales. Cuando uno los conoce, supera la muerte y la manifestación cósmica efímera, y disfruta su existencia eterna de bienaventuranza y conocimiento en el reino eterno de Dios. "

Con el supuesto avance del conocimiento, la civilización humana ha creado muchas cosas materiales incluyendo las naves espaciales y la energía atómica. Sin embargo no ha podido crear libertad del nacimiento, la vejez, la enfermedad y la muerte. Siempre que un hombre inteligente le pregunta a un supuesto científico sobre esos sufrimientos, éste le contesta muy vivazmente que la ciencia material está progresando y que al final liberará al hombre de la muerte y de la vejez. Tales respuestas son prueba de la ignorancia crasa de los científicos en relación con la naturaleza material. En la naturaleza material todo se encuentra bajo las rigurosas leyes de la materia y debe pasar por seis etapas de transformación: el nacimiento, el crecimiento, el mantenimiento, la transformación, el deterioro y finalmente la muerte. Nada de lo que está en contacto con la naturaleza material puede trascender estas seis leyes de la transformación; por lo tanto, nadie - ya sea semidiós, hombre, animal o árbol - puede sobrevivir para siempre en el mundo material.

La duración de la vida puede variar en relación con las especies. El Señor Brahmā(Cristo Celestial), el principal ser viviente de este universo material, puede vivir muchos millones de años, mientras que un germen diminuto sólo puede vivir por algunas horas. Pero eso no importa. Nadie puede sobrevivir eternamente en el mundo material. Los seres nacen o son creados bajo ciertas condiciones, permanecen durante algún tiempo y, si continúan viviendo, ellos crecen, procrean, se deterioran gradualmente y finalmente desaparecen. De acuerdo con estas leyes incluso todos los Brahmās, de los cuales hay millones entre los diferentes universos, están sujetos a la muerte ya sea hoy o mañana. Por eso todo el universo material es llamado Mtyuloka, el lugar de la muerte.

Los políticos y los científicos materialistas están tratando de volver inmortal este lugar pues no tienen información sobre la naturaleza espiritual inmortal. Esto ocurre porque desconocen la literatura védica, la cual rebosa de conocimiento sobre la experiencia trascendental madura. Desafortunadamente, el hombre moderno es adverso a recibir el conocimiento que proviene de los Vedas, los Purāṇas y otras Escrituras.

De El Viṣṇu Purāṇa (6.7.61) recibimos la información de que el Señor Viṣṇu, la Personalidad de Dios, posee diferentes energías llamadas parā (superior) y aparā o avidyā (energía inferior). La energía material en la que estamos enredados actualmente es llamada la energía avidyā o inferior. La creación material ocurre gracias a esa energía. Pero hay otra, una energía superior llamada el parā śakti, que es diferente de esta energía material inferior. Esa energía superior constituye la creación eterna o inmortal del Señor (Bg. 8.20).
Todos los planetas materiales - superiores, inferiores e intermedios, incluyendo el Sol, la Luna y Venus - se encuentran dispersos por todo el universo. Estos planetas existen únicamente durante la vida de Brahmā. Sin embargo, algunos planetas inferiores son destruidos al final de un día de Brahmā, y son creados de nuevo durante el siguiente día de Brahmā. En los planetas superiores el tiempo es calculado en una forma diferente. Un año de los nuestros es apenas igual a veinticuatro horas, o sea un día y una noche, de muchos planetas superiores. Las cuatro eras de la Tierra (Satya, Tretā, Dvāpara y Kali) duran únicamente doce mil años en la escala del tiempo que hay en los planetas superiores. Cuando ese período es multiplicado por mil equivale a un día de Brahmā, y la noche de Brahmā dura lo mismo. Semejantes días y noches se acumulan en meses y años, y Brahmā vive por cien de esos años. Al final de la vida de Brahmā la manifestación universal total es destruida.
Todos los seres vivientes que residen en el Sol y en la Luna, y también los del sistema Mtyuloka - el cual incluye esta Tierra y a muchos planetas que están debajo de ésta - son sumergidos en las aguas de la devastación durante la noche de Brahmā. Ningún ser o especie viviente permanece manifiesto durante este lapso, aunque continúa existiendo espiritualmente. Esta etapa no manifiesta recibe el nombre de avyakta. Y de nuevo hay otra etapa de avyakta cuando todo el universo es destruido al final de la vida de Brahmā. Sin embargo, más allá de estas dos etapas no manifestadas existe una atmósfera o naturaleza espiritual. En esa atmósfera hay un gran número de planetas espirituales que existen eternamente, incluso cuando todos los planetas de este universo material quedan destruidos. La manifestación cósmica que está dentro de la jurisdicción de los diversos Brahmās es apenas una exhibición de la cuarta parte de la energía del Señor. Ésta es la energía inferior. Más allá de la jurisdicción de Brahmā se encuentra la naturaleza espiritual, que recibe el nombre de tripada-vibhūti: las tres cuartas partes de la energía del Señor. Ésa es la energía superior, o parā prakṛti.

La Persona Suprema regente que reside en la naturaleza espiritual es el Señor Śrī Kṛṣṇa. Como se confirma en El Bhagavad-gītā (8.22), sólo es posible acercarse a Él a través del servicio devocional puro, y no mediante el proceso de jñāna (filosofía), de yoga (misticismo), o de karma (trabajo fruitivo). Los karmīs, o trabajadores fruitivos, pueden elevarse a los planetas Svargaloka que incluyen al Sol y a la Luna. Los jñānīs y los yogīs pueden llegar a planetas aún más elevados tales como Brahmaloka, y cuando se capacitan todavía más a través del servicio devocional, se les permite entrar en la naturaleza espiritual, ya sea en la atmósfera cósmica iluminante del cielo espiritual (Brahman), o en los planetas Vaikuṇṭha, todo de acuerdo con sus aptitudes. Sin embargo, es un hecho cierto que nadie puede entrar en los planetas espirituales Vaikuṇṭha si no ha sido entrenado en el servicio devocional.

En los planetas materiales todo el mundo, desde Brahmā hasta la hormiga, está tratando de enseñorearse de la naturaleza material, y ésta es la enfermedad material. Mientras esta enfermedad material continúe, la entidad viviente tendrá que soportar el proceso del cambio corporal. Sin importar que alguien acepte una forma humana, o de semidiós o de animal, finalmente tendrá que aguantar una condición no manifestada durante las dos devastaciones - la devastación de la noche de Brahmā y la devastación al final de la vida de Brahmā. Si queremos acabar con este proceso de nacimientos y muertes repetidos, y los factores concomitantes de la vejez y la enfermedad, debemos tratar de entrar en los planetas espirituales. El Señor Kṛṣṇa, en Sus expansiones plenarias, domina todos y cada uno de esos planetas.
Nadie puede dominar a Kṛṣṇa. El alma condicionada trata de dominar a la naturaleza material, y en vez de eso es sometida a las leyes de la naturaleza material y a los sufrimientos de los nacimientos y las muertes repetidos. El Señor viene aquí para restablecer los principios de la religión, y el principio básico consiste en desarrollar una actitud de entrega hacia Él. Ésa es la última instrucción del Señor en El Bhagavad-gītā (18.66), pero los tontos han tergiversado muy hábilmente el significado de esta enseñanza principal y han descarriado a las masas de diferentes maneras. Se ha instado a la gente para que abra hospitales, pero no en cambio a educarse para entrar en el reino espiritual mediante el servicio devocional. Se les ha enseñado a interesarse únicamente en las obras temporales de asistencia, las cuales nunca pueden proporcionarle verdadera felicidad a la entidad viviente. Ellos establecen todo tipo de instituciones públicas y semigubernamentales para detener el poder devastador de la naturaleza, pero no saben cómo pacificar a la insuperable naturaleza. Muchos hombres son proclamados grandes eruditos de El Bhagavad-gītā, pero pasan por alto el mensaje del Gītā sobre cómo pacificar a la naturaleza material. Únicamente se puede pacificar a la poderosa naturaleza si se despierta conciencia de Dios, tal como se señala claramente en El Bhagavad-gītā (7.14).
El Śrī Īśopaniṣad enseña en este mantra que uno debe conocer perfectamente, juntos, tanto a sambhūti (la Personalidad de Dios) como a vināśa (la manifestación material temporal). No es posible salvar nada si sólo se conoce la manifestación material temporal, porque en el curso de la naturaleza hay devastación a todo momento. No es posible salvar a nadie de estas devastaciones abriendo hospitales. Sólo es posible ser salvado cuando se tiene conocimiento completo sobre la vida eterna de bienaventuranza y conciencia. El plan védico está hecho para educar a los hombres en este arte de alcanzar la vida eterna. La gente es descarriada frecuentemente por las cosas temporales atractivas que se basan en la satisfacción de los sentidos, pero el servicio prestado a los objetos de los sentidos es tanto engañoso como degradante.
Por eso debemos salvar a nuestro prójimo en la forma correcta. No se trata de que la verdad nos guste o no. La verdad está ahí. Si deseamos salvarnos del nacimiento y de la muerte repetidos, debemos adoptar el servicio devocional del Señor. No puede haber transigencias ya que esto es una necesidad.

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