Mantra X
anyad evāhur vidyayā-
nyad āhur avidyayā
iti śuśruma dhīrāṇāḿ
anyat — diferente; eva — ciertamente; āhuḥ — dicho; vid-yayā — por cultivar el conocimiento; anyat — diferente; āhuḥ — dicho; avidyayā — por cultivar la nesciencia; iti — así; śuśruma — yo oí; dhīrāṇām — de parte de los que son sensatos; ye — que; naḥ — a nosotros; tat — eso; vicacakṣire — explicaron.
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En el capítulo trece de El Bhagavad-gītā (13. 8-12) se recomienda cultivar el conocimiento de la siguiente manera:
(1) Volverse un caballero perfecto y aprender a respetar correctamente a los demás.
(2) No dárselas de religioso tan sólo para alcanzar renombre y fama.
(3) No volverse una fuente de ansiedad para los demás con las acciones de su cuerpo, con los pensamientos de su mente, o con sus palabras.
(4) Ser tolerante aunque haya provocación de otros.
(5) Aprender a evitar la duplicidad en sus tratos con los demás.
(6) Encontrar a un maestro espiritual fidedigno que pueda encaminarlo gradualmente a la etapa de la iluminación espiritual, y someterse a él, prestarle servicio y hacerle preguntas pertinentes.
(7) Seguir los principios regulativos impuestos en las Escrituras reveladas, para poder llegar a la plataforma de la autorrealización.
(8) Establecerse en los principios de las Escrituras reveladas.
(9) Abstenerse completamente de prácticas que sean nocivas a los intereses de la autorrealización.
(10) No aceptar más de lo necesario para el mantenimiento del cuerpo.
(11) No identificarse falsamente con el cuerpo material denso ni considerar como suyos a quienes están relacionados con este cuerpo.
(12) Siempre recordar que mientras se tenga un cuerpo material hay que enfrentarse a los sufrimientos del nacimiento, la vejez, la enfermedad y la muerte repetidos. De nada sirve hacer planes para zafarse de estos sufrimientos del cuerpo material. El mejor camino es encontrar la manera de recobrar la identidad espiritual.
(13) No apegarse más que a lo indispensable para avanzar espiritualmente.
(14) No apegarse a la esposa, los hijos y el hogar, más de lo que ordenan las Escrituras reveladas.
(15) No sentirse feliz o afligido por las cosas deseables o indeseables creadas por la mente.
(16) Volverse un devoto puro de la Personalidad de Dios, Śrī Kṛṣṇa, y servirle con atención profunda.
(17) Desarrollar un gusto por vivir en un lugar retirado que tenga una atmósfera tranquila y quieta, favorable para el cultivo espiritual; y evitar los lugares congestionados donde se congregan los no devotos.
(18) Volverse un científico o un filósofo y dirigir investigaciones sobre el conocimiento espiritual, reconociendo que el conocimiento espiritual es permanente mientras que el conocimiento material termina con la muerte del cuerpo.
(2) No dárselas de religioso tan sólo para alcanzar renombre y fama.
(3) No volverse una fuente de ansiedad para los demás con las acciones de su cuerpo, con los pensamientos de su mente, o con sus palabras.
(4) Ser tolerante aunque haya provocación de otros.
(5) Aprender a evitar la duplicidad en sus tratos con los demás.
(6) Encontrar a un maestro espiritual fidedigno que pueda encaminarlo gradualmente a la etapa de la iluminación espiritual, y someterse a él, prestarle servicio y hacerle preguntas pertinentes.
(7) Seguir los principios regulativos impuestos en las Escrituras reveladas, para poder llegar a la plataforma de la autorrealización.
(8) Establecerse en los principios de las Escrituras reveladas.
(9) Abstenerse completamente de prácticas que sean nocivas a los intereses de la autorrealización.
(10) No aceptar más de lo necesario para el mantenimiento del cuerpo.
(11) No identificarse falsamente con el cuerpo material denso ni considerar como suyos a quienes están relacionados con este cuerpo.
(12) Siempre recordar que mientras se tenga un cuerpo material hay que enfrentarse a los sufrimientos del nacimiento, la vejez, la enfermedad y la muerte repetidos. De nada sirve hacer planes para zafarse de estos sufrimientos del cuerpo material. El mejor camino es encontrar la manera de recobrar la identidad espiritual.
(13) No apegarse más que a lo indispensable para avanzar espiritualmente.
(14) No apegarse a la esposa, los hijos y el hogar, más de lo que ordenan las Escrituras reveladas.
(15) No sentirse feliz o afligido por las cosas deseables o indeseables creadas por la mente.
(16) Volverse un devoto puro de la Personalidad de Dios, Śrī Kṛṣṇa, y servirle con atención profunda.
(17) Desarrollar un gusto por vivir en un lugar retirado que tenga una atmósfera tranquila y quieta, favorable para el cultivo espiritual; y evitar los lugares congestionados donde se congregan los no devotos.
(18) Volverse un científico o un filósofo y dirigir investigaciones sobre el conocimiento espiritual, reconociendo que el conocimiento espiritual es permanente mientras que el conocimiento material termina con la muerte del cuerpo.
Estos dieciocho puntos se combinan para
 formar un proceso gradual con el que se puede adquirir verdadero 
conocimiento. Con excepción de éstos, todos los demás métodos caen 
dentro de la categoría de la nesciencia. Śrīla Bhaktivinoda Thākura, un 
gran ācārya, sostenía que todos los tipos de conocimiento 
material son únicamente aspectos externos de la energía ilusoria, y que 
por cultivarlos uno se vuelve igual a un asno. Este mismo principio se 
encuentra en El Śrī Īśopaniṣad. Con el progreso del 
conocimiento material, el hombre moderno únicamente se está convirtiendo
 en un asno. Algunos políticos materialistas, a modo de espiritualistas,
 condenan el sistema
 actual de civilización considerándolo satánico, pero desafortunadamente
 no se preocupan por cultivar el verdadero conocimiento tal como es 
descrito en El Bhagavad-gītā. Por eso, ellos no pueden cambiar la situación satánica.
En la organización moderna incluso un niño se siente autosuficiente y no respeta a la gente mayor. Debido a la educación
 equivocada que se imparte en nuestras universidades, los jóvenes de 
todo el mundo han causado jaquecas a la gente mayor. Por eso El Śrī Īśopaniṣad
 advierte muy enfáticamente que el cultivo de la nesciencia es diferente
 del cultivo del conocimiento. Por así decirlo, las universidades son 
únicamente centros de nesciencia; en consecuencia los científicos están 
muy atareados descubriendo armas letales para exterminar a otros países.
 A los estudiantes universitarios de hoy no se les instruye acerca de 
los principios regulativos de brahmacarya, ni acerca del 
proceso espiritual de la vida. Ellos tampoco tienen fe alguna en ninguno
 de los mandamientos de las Escrituras. La enseñanza de los principios 
religiosos ocurre únicamente para lograr renombre y fama, y no para 
llevarlos a la práctica. Por eso existe rencor no únicamente en el campo
 político y social, sino también en el campo de la religión.
El
 nacionalismo y la patriotería han aparecido en diferentes partes del 
mundo debido a que la gente en general cultiva la nesciencia. Nadie se 
pone a pensar que esta diminuta Tierra es solamente una masa de materia 
que está flotando en el espacio inconmesurable junto con muchas otras 
masas. Comparándolas con la vastedad del espacio, estas masas materiales
 son como partículas de polvo flotando en el aire. Estas masas de 
materia están perfectamente equipadas con todo lo necesario para flotar 
en el espacio, debido a que bondadosamente Dios las ha hecho completas 
en sí mismas. Los pilotos de nuestras naves espaciales pueden estar muy 
orgullosos de sus logros, pero no toman en cuenta al conductor supremo 
de estas naves espaciales más grandes y gigantescas llamadas planetas.
Existen
 innumerables soles e innumerables sistemas planetarios. Siendo partes 
integrales infinitesimales del Señor Supremo, nosotros las diminutas 
criaturas, estamos tratando de dominar estos planetas ilimitados. Debido
 a eso nacemos y morimos repetidamente y quedamos generalmente 
frustrados por la vejez y la enfermedad. La vida humana tiene una 
duración aproximada de cien años, aunque está disminuyendo gradualmente 
hasta llegar a veinte o treinta años. Gracias al cultivo de la 
nesciencia, los hombres engañados han creado sus propias naciones dentro
 de estos planetas para asir el goce de los sentidos más eficazmente 
durante esos breves años. Semejantes tontos están trazando diversos 
planes para que los límites nacionales sean lo más perfecto posible. 
Esto es en fin de cuentas algo ridículo. Por este motivo todas las 
naciones se han vuelto una fuente de ansiedad para las otras. Más del 
cincuenta por ciento de la energía de una nación es utilizada en medidas
 defensivas, y así queda desperdiciada. Nadie se preocupa por cultivar 
el conocimiento, y a pesar de eso la gente se siente falsamente 
orgullosa de haber progresado en el conocimiento material y espiritual.
El Śrī Īśopaniṣad nos advierte sobre esta educación defectuosa, y El Bhagavad-gītā instruye cómo alcanzar el verdadero conocimiento. En este mantra se insinúa que las instrucciones sobre vidyā (el conocimiento), deben adquirirse de un dhīra. El dhīra
 es aquel que no se perturba por la ilusión material. No es posible ser 
imperturbable a menos que se tenga una comprensión espiritual perfecta, y
 entonces uno no anhela nada ni se lamenta de nada. El dhīra 
comprende que el cuerpo material y la mente, adquiridos casualmente por 
la asociación material, son únicamente elementos ajenos a él; por 
consiguiente, solamente le da el mejor uso a una mala ganga.
El
 cuerpo y la mente materiales son una mala ganga para la entidad 
viviente espiritual. La entidad viviente tiene verdaderas actividades en
 el mundo espiritual viviente, pero este mundo material es muerto. 
Mientras las chispas espirituales vivientes manipulan las masas muertas 
de materia, el mundo muerto parece ser un mundo viviente. En realidad, 
son las almas vivientes, las partes integrales del Ser Viviente Supremo,
 quienes mueven el mundo. Los dhīras son aquellos que han podido entender todas estas verdades al escucharlas de las autoridades superiores. Los dhīras comprenden este conocimiento al seguir los principios regulativos.
Para
 poder seguir los principios regulativos uno debe refugiarse en un 
maestro espiritual fidedigno. El mensaje trascendental y los principios 
regulativos descienden del maestro espiritual al discípulo. Ese 
conocimiento no llega en la aventurada manera de la educación nesciente.
 Sólo es posible convertirse en un dhīra cuando se oyen 
sumisamente los mensajes de la Personalidad de Dios. El discípulo 
perfecto debe ser como Arjuna, y el maestro espiritual debe ser igual al
 Señor Mismo. Éste es el proceso para aprender el vidyā (el conocimiento) de labios del dhīra, el imperturbable.
El adhīra (aquel que no ha llevado el entrenamiento de un dhīra) no puede volverse un dirigente instructor. Los políticos modernos que se hacen pasar por dhīras son en realidad adhīras,
 y nadie puede esperar recibir conocimiento perfecto de parte de ellos. 
Ellos sólo están apurados buscando su propia remuneración en pesos y 
centavos. Así, ¿cómo es posible que ellos puedan dirigir a las masas de 
gente al sendero correcto de la autorrealización? Por eso, uno debe oír 
sumisamente a los dhīras para lograr la verdadera educación.








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