tat—este
Señor Supremo; ejati—camina; tat—Él; na—no; ejati—camina; tat—Él; dūre—muy lejos; tat—Él; u—también; antike—muy cerca; tat—Él;
antaḥ—dentro; asya—de esto; sarvasya—de todo; tat—Él; u—también;
sarvasya—de todo; asya—de esto; bāhyataḥ—externo a.
"El Señor Supremo camina y no camina. Está muy lejos pero tambièn muy cerca. Él está dentro de todo y, sin embargo, està fuera de todo."
"El Señor Supremo camina y no camina. Está muy lejos pero tambièn muy cerca. Él está dentro de todo y, sin embargo, està fuera de todo."
Aquí
hay una explicación sobre las actividades
trascendentales del Señor Supremo, las cuales ejecuta con Sus potencias
inconcebibles. Aquí se mencionan unas contradicciones para presentar una
prueba de las potencias inconcebibles del Señor. Él camina y no camina.
Semejante contradicción sirve para indicar el poder inconcebible de
Dios. No podemos dar cabida a estas contradicciones con nuestra limitada
reserva de conocimiento; únicamente podemos concebir al Señor en
relación a nuestros limitados poderes de comprensión. Los filósofos
impersonalistas de la escuela māyāvada únicamente aceptan las
actividades impersonales del Señor y rechazan Su aspecto personal. Sin
embargo, la escuela bhāgavata acepta que el Señor es tanto personal como
impersonal. Los bhāgavatas también aceptan Sus potencias inconcebibles,
ya que sin ellas no tienen ningún sentido las palabras “Señor Supremo”.
No debemos suponer que el Señor carece de una existencia personal sólo porque no podemos verlo con nuestros ojos. El Śrī Īśopaniṣad
refuta este argumento advirtiéndonos que el Señor está muy lejos pero
también muy cerca. La morada del Señor está más allá del cielo material,
y nosotros ni siquiera tenemos forma de medir este cielo material. Si
el cielo material es tan extenso, ¿qué decir del mundo espiritual que
está completamente fuera de éste? En El Bhagavad-gītā (15.6) también se confirma que el cielo espiritual está situado muy lejos del universo material. Pero a pesar de estar
tan lejos, el Señor puede descender ante nosotros de inmediato, en
menos de un segundo, a una velocidad mayor que la de la mente o del
viento. Él también puede caminar tan rápido que nadie puede
sobrepasarlo. Esto ya se describió en el verso anterior.
Sin embargo despreciamos a la Personalidad de Dios cuando aparece ante nosotros. El Señor condena en El Bhagavad-gītā
(9.11) semejante negligencia tan tonta, diciendo que los necios se
mofan de Él al considerarlo un ser mortal. Él no es un ser mortal, ni
aparece ante nosotros con un cuerpo hecho a partir de la naturaleza
material. Muchos supuestos eruditos argumentan que el Señor desciende en
un cuerpo hecho de materia, al igual que un ser viviente ordinario. Al
ignorar Sus poderes inconcebibles tales tontos rebajan al Señor al mismo
nivel de los hombres ordinarios.
Al poseer plenitud de
potencias inconcebibles, Dios puede aceptar nuestro servicio por
cualquier medio, y puede transformar Sus
diferentes potencias a voluntad. Los incrédulos arguyen que es
imposible que el Señor Mismo encarne, y que si lo hace, desciende en una
forma hecha de energía material. Este argumento queda nulificado si
aceptamos que las potencias inconcebibles del Señor son una realidad.
Aunque el Señor aparezca ante nosotros en la forma de energìa material,
Él puede muy bien convertir esta energìa material en energìa espiritual.
Ya que la fuente de las diferentes energìas es idèntica, éstas pueden
ser utilizadas conforme a la voluntad de su fuente. Por ejemplo, el
Señor puede aparecer en el arcā-vigraha, que es la forma de las Deidades
hechas supuestamente de tierra, piedra o madera. Aunque estas formas
estàn esculpidas en madera, piedra u otro material, aun así no son
ìdolos, tal como debaten los iconoclastas.
En
el estado actual de existencia material imperfecta en que nos
encontramos, no podemos ver al Señor Supremo debido a que nuestra visión
es imperfecta. No obstante, para favorecer a los devotos que desean
verlo con su visión material, el Señor aparece en una forma
supuestamente material para aceptar el servicio de Sus devotos. No se
debe pensar que esos devotos, quienes están en la etapa más baja del
servicio devocional, están adorando a un ídolo. Ellos están adorando
realmente al Señor, quien ha aceptado aparecer ante ellos de una manera
accesible. La forma del arcā no está moldeada según los
caprichos del adorador, sino que existe eternamente con todos Sus
atavíos. El devoto sincero puede sentir realmente esto, pero no así el
ateo.
En El Bhagavad-gītā (4.11) el Señor
indica que se relaciona con Su devoto de acuerdo con la entrega del
devoto. Él se reserva el derecho de no exponerse ante cualquiera, sino
únicamente ante las almas que se han entregado a Él. Él siempre está así
al alcance del alma entregada, pero está muy lejos de las almas que no
se han entregado, y ellas no pueden acercarse a Él.
En relación con esto, las palabras saguṇa (con cualidades) y nirguṇa (sin cualidades) son muy importantes y aparecen frecuentemente en las Escrituras reveladas. La palabra saguṇa
no significa que el Señor queda sujeto a las leyes de la naturaleza
material cuando aparece, aunque tenga cualidades perceptibles y aparezca
en una forma material. Para Él no existe diferencia entre las energías
espirituales y las materiales, pues Él es la fuente de todas las
energías. Siendo el controlador de todas las energías, Él no puede
quedar en ningún momento bajo la influencia de ellas, en cambio nosotros
sí. La energía material actúa bajo Su dirección, y por lo tanto Él
puede usar esa energía para lograr Sus objetivos sin quedar jamás
influenciado por ninguna de las cualidades de dicha energía. El Señor
tampoco se convierte jamás en una entidad sin forma, porque en última
instancia Él es la forma eterna, el Señor primordial. Su aspecto
impersonal, o sea el resplandor de Brahman, constituye únicamente el
brillo de Sus rayos personales, así como los rayos del Sol son el brillo
del dios del Sol.
Cuando el niño
santo Prahlāda Mahārāja estaba en presencia de su padre ateo, éste le
preguntó: “¿Dónde está tu Dios?”. Cuando Prahlāda le contestó que Dios
reside en todas partes, su padre le preguntó furiosamente si su Dios
estaba dentro de uno de los pilares del palacio, y el niño le contestó
que sí. El ateo inmediatamente destrozó el pilar que estaba enfrente de
él, y el Señor apareció al instante como Nṛsiṁha, la encarnación mitad
hombre y mitad león, y mató al rey ateo. Así que, el Señor está dentro
de todas las cosas, y crea todas las cosas con Sus diferentes energías.
Gracias a Sus poderes inconcebibles puede aparecer en cualquier sitio
para favorecer a Su devoto sincero. El Señor Nṛsiṁha apareció del
pilar, no por orden del rey ateo, sino por el deseo de Su devoto
Prahlāda. Un ateo no puede ordenarle al Señor que aparezca, pero Él
aparecerá donde sea, para conceder Su misericordia a Su devoto. El Bhagavad-gītā
(4.8) afirma de forma similar que el Señor aparece para aniquilar a los
incrédulos y proteger a los creyentes. Por supuesto que el Señor tiene
suficientes energías y agentes que pueden aniquilar a los ateos, pero a
Él le agrada favorecer personalmente al devoto. Por ese motivo desciende
como una encarnación. En realidad Él desciende únicamente para
favorecer a Sus devotos, y para nada más.
En El Brahma-saṁhitā
se dice que Govinda, el Señor primordial, entra en todo mediante Su
porción plenaria. Él entra tanto en el universo como en todos los átomos
del universo. En Su forma de virāṭ Él está fuera de todo lo existente, y como antaryāmī está dentro de todo. Como antaryāmī Él es testigo de todo lo que ocurre, y nos otorga los resultados de nuestras acciones en la forma de karma-phala.
Podemos olvidar lo que hemos hecho en vidas previas, pero debido a que
el Señor es testigo de nuestras acciones, sus resultados siempre están
ahí, y de todos modos tenemos que sufrir las reacciones.
Lo
cierto es que Dios es todo lo que hay, tanto adentro como afuera. Él
manifiesta todo mediante Sus diferentes energías, en la misma forma en
que el calor y la luz emanan del fuego, y de esta manera existe una
unidad entre las diversas energías. Aunque exista una unidad, el Señor,
en Su forma personal, continúa disfrutando todo lo que puedan disfrutar
los sentidos de las diminutas entidades vivientes que son partes
integrales de Él.
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