Thursday, December 22, 2011

Śrī Īśopaniṣad (ईशावास्य उपनिषद्) Mantra VI

Mantra VI
 yas tu sarvāṇi bhūtāny
ātmany evānupaśyati
sarva-bhūteṣu cātmānaḿ
tato na vijugupsate
 "Aquel que lo ve todo en relación con el Señor Supremo, que ve a todas las entidades como partes integrales de Él, y que ve al Señor Supremo dentro de todo lo que hay, nunca odia a ser, o cosa alguna."

Aquí se da una descripción del mahā-bhāgavata, la gran personalidad que lo ve todo en relación con la Suprema Personalidad de Dios. La comprensión de la presencia del Señor ocurre en tres etapas. El kaniṣṭha-adhikārī está en la etapa inferior de comprensión. Él va a un lugar de adoración tal como un templo, iglesia o mezquita, dependiendo de su tipo de fe religiosa, y ahí se dedica a la adoración conforme a los mandamientos de las Escrituras. Ese devoto piensa que el Señor está presente en el lugar de la adoración, pero no en otras partes. Él no puede determinar la posición que tienen otros dentro del sevicio devocional, ni puede distinguir al que ha comprendido plenamente al Señor Supremo. Esos devotos siguen las fórmulas rutinarias y a veces pelean entre sí, considerando que un tipo de devoción es mejor que otro. Estos kaniṣṭha-adhikārīs en realidad son devotos materialistas que sólo están tratando de trascender los linderos materiales para llegar al plano espiritual.

A los que han alcanzado la segunda etapa de comprensión se les llama madhyama-adhikārīs. Estos devotos observan los siguientes cuatro principios: (1) primeramente reconocen al Señor Supremo. (2) Luego reconocen a los devotos del Señor. (3) Reconocen a los inocentes que no conocen al Señor. (4) Reconocen a los ateos que no tienen ninguna fe en el Señor y que odian a los que practican el servicio devocional. El madhyama-adhikārī se comporta de diferentes maneras de acuerdo con las circunstancias. Él adora al Señor, considerándolo el objeto del amor, y hace amistad con los que ejecutan servicio devocional. Él trata de despertar el amor latente por Dios que se encuentra en el corazón de los inocentes, pero no se acerca a los ateos que se mofan del mismo nombre del Señor.

En la tercera etapa de comprensión se encuentra el uttama- adhikārī, quien lo ve todo en relación con el Señor Supremo. Ese devoto no discrimina entre un ateo y un teísta sino que ve a todo el mundo como parte integral de Dios. Él sabe que no hay diferencia entre un brāhmaṇa sumamente erudito y un perro de la calle, porque ambos provienen del Señor, aunque estén en cuerpos diferentes debido a las cualidades de la naturaleza material. Él ve que la partícula brāhmaṇa del Señor Supremo no ha abusado de la pequeña independencia que el Señor le ha dado, y que la partícula perro ha abusado de su independencia y, por consiguiente, las leyes de la naturaleza la han castigado encerrándola en una forma corporal ignorante. Sin tomar en cuenta las respectivas acciones del brāhmaṇa y del perro, el uttama-adhikārī procura beneficiar a ambos. Ese devoto tan erudito no se confunde con los cuerpos materiales, sino que se siente atraído por la chispa espiritual que mora dentro de las entidades respectivas.

Aquellos que imitan al uttama-adhikārī, ostentando un sentido de unidad o fraternidad, pero cuyo comportamiento está en la plataforma corporal, son en realidad falsos filántropos. Se debe aprender el concepto de hermandad universal de parte de un uttama-adhikārī y no de algún tonto que no entiende correctamente lo que es el alma individual y la expansión Superalma del Señor Supremo que habita en todas partes.

En este sexto mantra se menciona claramente que uno debe observar, o ver. Esto significa que uno debe seguir al ācārya previo, el maestro perfeccionado. Anupaśyati es la palabra sánscrita exacta usada al respecto. Paśyati significa observar. Esto no quiere decir que uno deba tratar de ver las cosas a simple vista. Debido a los defectos materiales, nunca es posible ver las cosas correctamente a simple vista. Uno no puede ver correctamente a menos que haya escuchado de una fuente superior, y la fuente más elevada es la sabiduría védica que habló el Señor Mismo. Las verdades védicas nos llegan a través de la sucesión discipular pasando del Señor a Brahmā, de Brahmā a Nārada, de Nārada a Vyāsa, y de Vyāsa a muchos otros discípulos. Anteriormente no había necesidad de anotar los mensajes de los Vedas porque la gente de eras anteriores era más inteligente y poseía una memoria más aguda. Ellos podían seguir las instrucciones con escucharlas tan sólo una vez de labios del maestro espiritual fidedigno.

En la actualidad hay muchos comentarios sobre las Escrituras reveladas, pero en su mayoría no están en la línea de sucesión discipular que proviene de, quien enseñó originalmente la sabiduría védica. El Śrīmad-Bhāgavatam es la obra final, la más perfecta y sublime de Śrīla Vyāsadeva, y es el comentario autorizado sobre El Vedānta-sūtra. También está El Bhagavad-gītā que habló el Señor Mismo y que anotó Vyāsadeva. Éstas son las Escrituras reveladas más importantes, y cualquier comentario que contradiga los principios del Gītā o de El Śrīmad-Bhāgavatam, está desautorizado. Hay una plena concordancia entre los Upaniṣads, el Vedānta, los Vedas, El Bhagavad-gītā, y El Śrīmad-Bhāgavatam, y nadie debe tratar de llegar a ninguna conclusión sobre los Vedas si no ha recibido instrucciones de los miembros de la sucesión discipular de Vyāsadeva, o por lo menos de aquellos que creen en la Personalidad de Dios y en Sus diversas energías.


De acuerdo con El Bhagavad-gītā (6.9), solamente alguien que ya se encuentra en la plataforma de la liberación puede volverse un devoto uttama-adhikārī y ver a todos los seres vivientes como a sus propios hermanos. Los políticos que siempre andan buscando alguna ganancia material no pueden tener esta visión. Cuando alguien imita los síntomas de un uttama-adhikārī, él quizá sirva a su cuerpo externo con el propósito de conseguir fama o una recompensa material, pero no está sirviendo al alma espiritual. Semejante imitador no puede tener información alguna sobre el mundo espiritual. El uttama-adhikārī ve el alma espiritual de la entidad viviente y le sirve aceptándola como espíritu. De esta manera, queda incluido automáticamente el aspecto material.

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